Realidad social (Para La Crónica de Salamanca)

 

Imagen de Goran Horvat en Pixabay

 

 

Hace unos días hubiera cumplido 17 años. Tenía un nombre y una familia que la esperaba todos los días en casa. Era bonita por fuera y bonita por dentro, según me contaron. Pero aquel 10 de enero, decidió acabar con su vida, agotada por vivir desde hace tiempo con la crueldad a la que era sometida a diario por sus propios «compañeros».

 

Un sufrimiento causado por parte de una sociedad enferma con inoperantes que miran para otro lado y con personajillos que consienten el sufrimiento de niños y adolescentes por no perder su posición social. Esa es la realidad de una familia, en la no hay tarta de cumpleaños, solo flores en un cementerio.

 

Siempre en mi recuerdo.

 

Mientras escribo esta columna llega la noticia de otra menor que se ha quitado la vida en Galicia, por el mismo motivo. Presuntamente Acoso Escolar, una vez más.Y vuelve a aparecer la ira mientras asoman las lágrimas.

 

Esa es la verdad de más de una familia en este país, maltratados en sus centros educativos y maltratados una y otra vez por un sistema que no funciona, que se vuelve cómplice cuando calla y delinque cuando no lo evita, mientras asistimos a espectáculos bochornosos, entre lo que nos legislan y llegamos a un punto, en que sinceramente ya rozamos la vergüenza.

 

No se trata de ver quien queda por encima.Creo que no se les paga para eso.

 

Se trata de que no haya niños victimas de maltrato, ni adolescentes que se quitan la vida al no encontrar una salida, tampoco mayores que acaban solos y como vemos últimamente en algún caso, vejados. Se trata de que no haya colas de hambre y sí un medio para trabajar y vivir con dignidad . Una educación de calidad en entornos fiables , al igual que una sanidad fuerte. Unas calles seguras en las que no haya miedo a caminar por ellas.

 

Se trata de paliar un virus que nos ha dejado sanitaria, social y económicamente en la más triste ruina.

 

Traten de convivir y de remar juntos en el mismo mar, aunque sea evidente que nunca puedan estar el mismo barco.

 

Se que los milagros se piden en otro lugar, pero créanme, los ciudadanos estamos cansados de que se antepongan cosas banales a prioridades y que tengamos que seguir asistiendo a la vulneración de derechos adquiridos a base de mucho esfuerzo y de una lucha que hoy se pisotea en lugares donde debería existir respeto.

 

La coherencia y la cordura van de la mano.No creo que deban olvidarlo.

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