Por Carmen Guillén para La Crónica de Salamanca.
Me hubiera gustado pasar de largo y no pararme ante muchas cosas de las que he visto últimamente, pero no va en mí callar y tragar y eso créanme a veces es un gran problema.
Mientras se crean ‘imaginarios’ en torno al cartel de la Semana Santa Sevillana o a la canción que nos representará en Eurovisión, desviando la atención hacia lo mediático y a percepciones distintas, pero respetables todas ellas, nos dejamos pasar noticias que son verdaderamente preocupantes y dignas de cualquier película de terror.
Noticias que solo se pasa por ellas de soslayo porque realmente no interesan que aparezcan publicadas. ¿De qué les hablo? De acoso escolar, por ejemplo, eso que, si no se ve, no existe.
En estos días vemos una sentencia muy particular, en la que se condena a una madre en EEUU del tiroteo cometido por su hijo adolescente en un instituto de Michigan, por ser junto con el padre del menor, al que también se juzgará en breve responsable de poner en sus manos el arma con el que mató a cuatro compañeros, pero también de no haber visto que su hijo necesitaba ayuda psicológica.
No soy juez para juzgar que hay detrás de esto, pero si tengo claro que sienta un precedente al hacer responsables a unos padres, no solo del acto cometido por su hijo, sino de no prestar la atención adecuada para evitar esta tragedia.
Esa misma desatención lleva a muchos menores a forjar caracteres y realizar acciones cuyas consecuencias, en este país no asume nadie. Ni padres y/o madres, ni centros educativos, ni instituciones, pero todo va bien porque fijamos la atención en otras cosas mientras las cosas de niños siguen su curso siendo ignoradas la mayoría de las veces.
Si seguimos hablando del terror que provocan noticias, no puedo pasar por alto, la que salta a los medios en la que dos menores de edad han matado presuntamente a su propia madre en Castro Urdiales, de una manera fría y cruel, fingiendo un secuestro para eludir su actuación. Menores de 13 y 15 años, por lo cual uno de ellos inimputable y el otro lo que Fiscalía de menores, disponga.
Si esto ya no escuece a quienes siguen defendiendo la Ley del Menor, háganselo mirar. Esta Ley necesita una reforma ya y aquí tienen una prueba más. Rectificar es de sabios y creo que ya va siendo hora de que se den cuenta que lo que no funciona, tiene que cambiarse.
Es evidente que lo que tiene que proteger, no lo hace y la vulneración de derechos en esta Ley se sigue dando, ya que en casos de acoso escolar desprotege a las víctimas y en casos como el de Castro Urdiales al menor de 13 años le saldrá gratis la muerte de su madre. Todo acto debe tener consecuencias, sino seguiremos llorando como lo hacen en Cantabria, pero quizás aparte del eterno debate sobre la Ley del Menor, deberíamos preguntarnos que pasa en esta sociedad para que nuestros menores hagan cosas como las que están haciendo y estamos viendo.