Les tengo que confesar que a veces ver la misma noticia publicada en dos diarios diferentes desde un punto de vista diverso, me lleva a sentir que me hallo en países dispares. No se si me avergüenza más ver el morbo o los comentarios que se hacen de la noticia por quienes llevan por costumbre la falta del respeto y la nula educación recibida. La libertad de expresión y el criterio propio es algo que hay que mantener, pero la dignidad a cierta gente no le llega ni a los tobillos.
Precisamente ahora que está en el ojo del huracán todo lo relativo a la educación debido a la llamada Ley Celaá alabada por unos y criticada por otros, el descontento de los padres que tienen que ver como sus hijos regresan a casa ‘tiesos’ de frío al mantener las ventanas abiertas debido a la Covid 19 y no considerar otras alternativas como si lo han hecho en otros lugares como los filtros hepa y la zozobra de muchos progenitores ante la incertidumbre que se plantea a los usuarios de la educación concertada, creo que perder la poca educación que en ocasiones le queda a muchos, no es algo que se puedan permitir.
Entiendo que la situación vivida este año hace que la crispación este más presente que nunca y que las personas se tengan que desahogar, pero no así. La falta de instrucción es evidente mientras volvemos al punto de partida que llevamos alertando mucho tiempo. El anonimato que dan las nuevas tecnologías y las redes sociales hace que ‘la peña’ se desahogue a su antojo, sin medir las consecuencias de sus palabras. El subidón que les puede provocar ciertos actos, les garantizo que no compensa, al contrario, deja al descubierto dudosas carencias que tendrían que ser valoradas por ciertos profesionales.
Y es que en redes sociales, las palabras no se las lleva el viento. Al contrario, a veces se convierten en verdaderos Tsunamis que arrasan con todo, incluso familias enteras.
Esos Tsunamis hacen que el ciberacoso este de actualidad este año y mucho me temo que, sin poder sociabilizar de manera presencial, este problema será parte de los daños colaterales de la Pandemia. Quizás aquí debería de hacer una crítica al archivo de casos de ciberbullying en menores de 14 años, sin tener en cuenta los daños provocados y las secuelas que puedan permanecer en sus víctimas.
Tampoco se tiene mucho en cuenta archivado esas denuncias a quienes realizan estas ‘faltas’. Este tipo de ‘lindezas’, lo único que hacen es ‘empoderar’ aún más a quienes tienen en su curriculum el haber sido causantes de acciones tan ruines y aunque la reclamación por otras vías quede abierta, les aseguro que no todo en esta vida se paga con dinero, aunque en estos momentos sea algo que escasee .